domingo, 12 de julio de 2009

Maestros Antiguos, de Thomas Bernhard

Maestros Antiguos.
Thomas Bernhard.


1985. 199 págs.
Alianza Editorial.
Traducción: Miguel Sáenz.


Bernhard creó un estilo que me hace pensar que cualquier epígono sería una basura, no ya porque su estilo sea inimitable, que no lo es, creo que casi cualquiera podría intentar algo parecido, sino porque es intransferible, que la literatura y el estilo bernhardianos se inician y terminan con él. Es imposible escribir así sin hacer el ridículo.

Maestros antiguos es una de las mejores muestras de lo que llega a ser su estilo radical, probablemente junto a Tala, es la novela que supone una mayor depuración, de su prosa, donde Bernhard la esquilma de una manera más violenta, la despoja de todo lo que sobra, donde la forma forma parte del contenido, donde ambos, forma y fondo, se hacen uno de manera más prodigiosa.

Es el estilo Bernhard llevado al límite, pero también El malogrado era una obra maestra donde Bernhard utilizaba un estilo no tan al límite y con igual resultado, es decir, Bernhard depuraba su estética cada vez más, aun habiendo tenido resultados asombrosos antes de llegar a ese límite definitivo que le hace ser, como dije, intransferible, único.

Bernhard no se toma la alta cultura en serio, o tomándosela demasiado en serio, como dice con el protagonista del libro, la llega a despreciar, es un desprecio serio por cuanto viene dado por el excesivo conocimiento, reflejado todo ello en un personaje que detesta un cuadro que lleva mirando treinta años día si y día no, es decir, que la consecuencia de tomarse demasiado en serio, de elevar tan en demasía la valoración del arte conlleva en última instancia y llevado a las últimas consecuencias, el desprecio por la obra, y por tanto, por cualquier obra, incluso por la que estamos leyendo, si no fuera, precisamente, porque en esta ocasión hay una absoluta falta de pretenciosidad de elevación en la obra, una depuración, precisamente, de todo manierismo estético, y por tanto, una inadecuación absoluta de todo lo que expone como negativo en el arte respecto de la novela que va construyendo.

En el fondo estas ideas que propone Bernhard solo tienen dos escapatorias: una, reflejada en estas palabras que dirige el protagonista al narrador:

"¿No ha pensado usted en publicar al menos una pequeña parte de su trabajo?, dijo, algún fragmento, suena todo tan extraordinario lo que usted señala en relación con su trabajo; por otra parte también es un gran placer no publicar, nada en absoluto, dijo".
que sería la opción bertleby, curioso que el anterior libro que he leído fuera el de Vila-Matas, en la variante de quien sí escribe pero no publica, que también se contemplaba en aquel libro.

La otra sería escribir una obra como Maestros Antiguos. Y tiene sus riesgos, al menos como lector, de que ya no necesite leer determinados libros ni de la manera como los leía.

"El hombre que lee es voraz, como el que come carne, de la forma más repulsiva y, como el que come carne, se estropea el estómago y la salud entera, la cabeza y toda su existencia espiritual. Hasta un ensayo filosófico lo entendemos mejor si no lo devoramos todo de una sentada, sino que elegimos sólo un detalle, a partir del cual podremos llegar al todo si tenemos suerte. Al fin y al cabo, el mayor placer nos lo dan los fragmentos, lo mismo que en la vida, al fin y al cabo, sentimos el mayor placer si la consideramos como fragmento, y qué horrible nos resulta el todo y nos resulta, en el fondo, la perfección acabada."

1 comentario:

Tomás Rodríguez Reyes dijo...

Bernhard es un grande de la literatura, un maestro moderno. Salud.

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