sábado, 15 de diciembre de 2007

La vida instrucciones de uso, de Georges Perec

La vida instrucciones de uso.
Georges Perec.
Trad. Josep Escué. 1978. Anagrama. 640 págs.


Releyendo estos días El Quijote me doy cuenta de que por alguna razón me gusta mucho eso del juego de narradores que hacen algunos autores. No me refiero a nada complicado sino a algo tan sencillo como que Cervantes escriba un texto a partir de una traducción hecha por un morisco de un manuscrito escrito por Cide Hamete encontrado en una librería de viejo de Toledo. Me gusta la historia dentro de la historia dentro de la historia. Es como cuando mi madre o mis tías me cuentan cosas de su juventud y ponen voces diferentes cuando quien cuenta la historia no son ellas sino otro que se las ha contado. Me gusta cuando Bernhard o Sebald enlazan esos “dijo fulano, dijo mengano” o "decía, dijo", en una narración donde el autor escucha una historia que alguien le contó a alguien, o que nos cuenta algo que alguien le contó que le contaron. Me gusta la estructura de Lord Jim. De hecho en Conrad eso relativiza el grado de fiabilidad de lo contado, añadiendo puntos de vista sin recurrir a cambios de narrador. Estructura pura y dura. Literatura. Etcétera (o como escribiría un pedante &cétera).

Por eso, el penúltimo libro que leí me parece magistral. En La vida instrucciones de uso se utiliza este recurso hasta el extremo, no ya solo en lo que a narradores se refiere, sino que también juega de ese mismo modo con el espacio y el tiempo. Varios personajes pueden estar en el mismo espacio en tiempos diferentes. O el mismo personaje. O en un mismo espacio podemos viajar a través del tiempo, al acercarnos haciendo un zoom a una tabaquera donde hay una ilustración de alguien sobre el que se nos cuenta una historia, su vida quizá, o un cuadro, o una baraja de cartas ilustradas, o una biblioteca de libros apócrifos y auténticos.
Y cuando dije antes que Perec utiliza este recurso hasta el extremo me refiero a esos momentos en que lo que hay dentro de una historia (o de una pieza), es una replica de lo que hay fuera, incluida esa referencia (algo así como un bucle anidado). Todo ello en un puzzle tridimensional grandioso. Continuas correspondencias, si leemos atentos, entre el fondo y la forma, entre lo que sucede y como se describe.

Muy pocas veces recurre Perec a otra cosa que no sean descripciones, sean estas tanto de lo que “se ve”, como de lo que “se hace”, no hay reflexiones, ni diálogos, ni tampoco valoraciones o juicios por parte del narrador, que si bien es un narrador omnisciente, más parece una cámara que todo lo ve que un Narrador-Dios de novela decimonónica. Y sin embargo, pese a ésto, el que no use artificios para describir el interior de cada personaje, al final tenemos simpatías y repulsas por unos u otros, y los personajes no dejan de provocarnos sentimientos. Por eso y por muchas otras cosas considero que la novela es una obra maestra absoluta.

8 comentarios:

Tomás Rodríguez dijo...

Perec,un paso inevitable para entender, un maestro, un gozo, por supuesto, dijo.

Magda Díaz Morales dijo...

Por lo que dices, las estrategias narrativas que usa este escritor están dentro de la llevada y traída "posmodernidad": la metaficción, las metalepsis, las puestas en abismo, etc.

Muy interesante, al menos a mi me fascina, como habrás notado.

Este libro lo tengo que leer, sin duda. Jamás he leido nada de este autor.

Suetonio dijo...

hola amigos, como siempre respondo tarde:
Desconozco, he de admitir, los conceptos de metalepsis y puertas del abismo. Tendré que buscar información al respecto...
Perec es, efectivamente, como bien apuntas, tomás, un maestro. Yo diría, llendo por lo sencillo, que es un maestro del detalle y de la disección, de la descripción y de llevar al extremo todo lo que suponga la historia dentro de la historia, de la meta-loquesea.

También es, y esto es verdaderamente fascinante, un genio a la hora de hacer concordar de manera alucinante la estructura y el contenido argumental de una obra.

El concepto de literatura posmoderna ultimanete está muy condicionado por escritores que solo se plantean la opción de escribir en primera persona, y quizá leyendo a Perec se perciba que su literatura se aleja de este precepto en tanto que es tercera persona en grado sumo. Como dije en el texto, no es el Dios que todo lo sabe sino el ojo que todo lo ve. Perec no juzga, pero ve hasta lo que casi no vería el ojo humano, o lo que podría ver un ojo humano con una lente de aumento. Pero no mira dentro de las mentes, no es Dostoievski, por ahi hay que estar tranquilos.

Anónimo dijo...

Si, pero en lo que se ha llamado "posmodernidad" no solo entra la voz narrativa, sino muchas estrategias narrativas más, una de ellas es la metaficción precisamente (la historia dentro de la historia).

Perec no es un Dios, asi es. Es un escritor que usa un narrador, es este narrador el que todo lo ve. Lo comprendi bien.

Suetonio dijo...

Gracias por tu comentario. El anterior simplemente era una reflexión, no te trataba de explicar algo que entiendo que sabes, simplemente puntualizaba algo a lo que ya hice referencia para explicar que la voz narrativa de Perec es la tercera persona peno visto con la frialdad de un Robbe-Grillet, con un cierto distanciamiento emocional paralelo a un acercamiento físico, y que el juego metaliterario está presente al máximo, si bien lo para mí haceverdaderamente genial la obra es la estructura, por esa analogía entre estructura y contenido.
Un saludo y gracias.

Tomás Rodríguez dijo...

Piglia escribió un libro que resuelve muchas de esas disquisiciones que abordan a los lectores. En "El último lector" hace un verdadero ejercicio de lector que se proyecta sobre la órbita del escritor. En ese ángulo es donde ocurre el prodigio, incluidas las metalepsis miles.

Suetonio dijo...

LLevo tiempo detrás de ese ensayo de Piglia -del que apenas he leído nada-, y que por lo que dices se hace tan interesante como necesario... Gracias por la recomendación.

Anónimo dijo...

Hola, soy un recién llegado al Planeta Perec. He leído "Las cosas", "Me acuerdo", "Pensar-Clasificar", y ahora estoy con "La vida instrucciones de uso". Me encanta Perec, ¡Viva Perec!

Perec sí emite a veces juicios de valor de manera expresa, pero lo hace de manera irónica, sin perder su distanciamiento característico, dando a entender al lector inteligente (yo por ejemplo, ja ja), que no es eso lo que piensa realmente.

De todas formas, en esa ironía-distanciamiento hay una toma de postura implícita: el narrador practicamente se está riendo de sus personajes-a ratos-, o compadeciendo -a ratos- o tratándolos con ternura- a ratos.

Todo esto lo pienso sobre todo a partir de la lectura de "Las cosas".

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